Llegó la noche
con luz de soledad.
Me sumerjo en las sábanas
arrugadas de ayer.
Hace o tengo frío de ti.
Tu leve voz de buena nuit no vale
porque suena como otras,
ya sabes, sin tus labios arrullando los míos.
Deslicé lento
mi cuerpo por el tuyo:
pero no estabas, tan sólo tu ausencia,
y en ella me cubrí.
José García Pérez
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