No tuve siempre limpio
mi hombro adolescente
¡claro que no!
Me picaban las venas,
me ardían las hormonas.
Tributario el valor
de las experiencias.
En la hora del noctámbulo
forcé mis pies a la ventaja.
Escalera torva
hacia un sótano de hombres.
Sórdida. Entrañable. La noche.
En el aire, el semen y el sudor.
Me creí como riendo al mundo.
Aquellos viejos
ojos derrotados, desarmados,
sin conquistas.
Te hablo de un tiempo en que
mi polla pagaba la entrada.
Abría las calles.
Se agarran un par de alas
por detrás, se estrujan,
se salpican con la hez y la sangre.
Sombras en la sombra
de soslayo. Machacando
sus vergas escocidas. Jadeando
como perros disciplinados
por la voz tardía de los cobardes.
Lo buscaba.
(qué terrible un orgasmo compartido)
Desandaba luego la noche.
Cachorro famélico rastreando
la promesa
de una cama intrauterina.
Julio del Pino
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