La seis de la tarde debe ser la hora de la nostalgia.
En esa hora tu imagen pasea por mis ojos
como si fuera dueña de ese territorio,
juro que tus dedos todavía acarician mi pelo,
y mi boca se abre un poco como esperando tu beso.
Pero no estás,
la distancia es ese abismo en el que se pierden los recuerdos,
pero la piel se convierte en el universo
en el que se vuelven a encontrar.
Abril Paz
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