Te hablé de mares, y costas, y me abriste los aires
de una orilla nueva, indómita por conquistar
sin pagar peaje.
Porque es triste palpar la costa del sopor
si no es tu espalda la que puedo arañar;
porque es inútil el ascenso, si no es a dos bandas;
porque quiero acompañar tu pérdida en el goce,
y practicar contigo esos juegos de la noche
que libertan crisálidas, y me dejan empalada
como cruz sostenida en el vértigo, en la hélice, en la nada...
de una orilla nueva, indómita por conquistar
sin pagar peaje.
Porque es triste palpar la costa del sopor
si no es tu espalda la que puedo arañar;
porque es inútil el ascenso, si no es a dos bandas;
porque quiero acompañar tu pérdida en el goce,
y practicar contigo esos juegos de la noche
que libertan crisálidas, y me dejan empalada
como cruz sostenida en el vértigo, en la hélice, en la nada...
Almudena de la Fuente
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