Le respeto, no más, si me perfora
y deposita dentro una semilla,
si viene a pasearse en esta orilla
que finge no importarle más demora,
si voy a demostrarle lo que ignora
y subo a él y palpo su mejilla.
Mis labios siguen siendo la capilla
que sabe iluminar su triste aurora.
No subiré otra vez a ver el frío
de las horas caer con elegancia.
Esperaré para dejar constancia
de que un día la historia lo hizo mío,
por mucho que improvise sobre un río
consejos de otro dios sin importancia.
Aarón García Peña
No hay comentarios:
Publicar un comentario