No fue inútil aquella noche,
aún puedo relamerla.
Sentirse renacer entre sábanas ajenas,
pero blancas,
dota de alas a un alma condenada.
Salivas curanderas de heridas profundas,
lengua sanadora de incurables pesadillas.
Medicina ilegal que adicción crea.
No me la raciones tanto
que soy mujer de paz
conocedora de que el amor es
secundario,
prescindible,
inútil como protección.
Sólo equipo mi cuerpo con una armadura:
la del deseo.
Anabel Consejo
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