No estoy embarazada con dejarme
acariciar por un sólo segundo.
Si contagio la vida en este mundo
será porque accediste a desnudarme.
Me dejo merecer antes de ahogarme
sobre tu sexo puente y vagabundo.
Te digo una vez más que no fecundo
si meces tu sudor sin consolarme.
Aprendiste a rezar por cobardía.
Aunque aplaques el tiempo con razones
la castidad es una herida fría.
En el color azul el cielo pones.
Hoy toca destaparse por el día
y suicidar mi noche en tus rincones.
Aarón García Peña
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