domingo, 10 de marzo de 2013

Hay un refugio de piedra



                             Hay un refugio de piedra,
escondido en un volcán,
con una luz amarilla
tiritando en el aloe azul.

La sombra indefinida que vive allí
abre su puerta de sésamo,
al tronar de los cascos salvajes
que no encuentran su lugar,
y ofrece una copa de hielo fundido
con cubitos de fuego helado
que vuelve suave la sed.
Tiende en el suelo la capa del viajero
y lo envuelve en el aroma rosado
de la sinfonía verde del tiempo gris.
Lo adormece en la bruma
que pierde el espacio,
y le muestra el paisaje sin nombre
de las costas de nácar
con crepúsculo añil.



Mara Romero Torres


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