viernes, 28 de febrero de 2014
EUFORIA EN PLURAL
Domingo peltre.
La primavera en mi barrio
se llama olvido,
no encuentra las hojas caídas
detrás de la ventana
ni los brotes despertando
al sol de la mañana.
El viento gime gris,
pone el dedo en la llaga del tejado
y naufraga sin saberlo.
Tomo la carretera que lleva al sur.
El día se vuelve noche,
la noche me pega en la cara,
los besos juegan a la rayuela en las veredas
y desde los escaparates
un paisaje de origami
me perfuma la piel.
Euforia en plural.
Poesía en intento de fuga:
cruza la calle,
hurga entre los escombros
de metáforas azules,
rescata un verso rehén de mis plegarias
y dobla la esquina.
Tu poema de amor
se desnuda en mis labios
baja por el perfil de la soledad
sin guantes
te atraviesa la mirada
y en la mirada, llueve.
Grita un silencio
con los ojos cerrados
en el umbral de tu historia,
emerge señorial
desde el relieve de mi tiempo.
Nadie lo escucha.
Foto en sepia en la última estación del amor.
Cuando ya no sea nombre en tu boca
abrazada a las nervaduras de mis huellas,
tu voz interior regurgitará mi canto
y sabré que anidaste en mi alma
para siempre.
Sandra Graciela Gudiño
jueves, 27 de febrero de 2014
FEMENINO SINGULAR
Interrogo con las manos
el polvo de aquel tiempo
encontrado en la memoria,
rumor de trenes
en la estación que guarda el pasado
y sabe lejano
como la palabra nunca.
Recuerdos al remojo
en la copa de un roble
que huele a malbec,
susurro de estrellas
en el mediodía de mi vida.
Destapo el corazón palmo a palmo,
aposento donde retumban
los pasos de antiguos huéspedes.
De los que me nombraron y nombré
sólo quedan gesto sin rostros,
convocan la ternura
y se diluyen, al descuido,
por el pasillo de las soledades rotas.
Grito: ¡Siempre ando de paso,
recuérdenme!
Anonadada en la gracia plena
de un poema recién proclamado
alianzo la confusión
de mi mujer-alada
y su niña buena.
Vuelvo al canto de colores
en las manos,
asoman las bienaventuranzas,
y esta poesía que gime
en femenino singular
sin olvidar a nadie.
Sandra Graciela Gudiño
miércoles, 26 de febrero de 2014
DESNUDA
Descalza.
Cuando el cielo se pinta
los labios de rosa fresco
y la tarde liba trinos
emigrando hacia la noche,
me desnudo.
De vos.
De mi.
De todo.
Liturgia amorosa hecha luna
en la luna del espejo.
En la estación de la piel
el himno del ángel errante
peregrina mi íntima multitud.
La sombra de mi pensamiento
en penumbra se rebela,
grita,
mi nombre cae.
Me desnudo.
Puerta abierta a la morada interior,
rompehielos que abre una brecha
en costra endurecida de prejuicios negros.
Hombros.
Pechos.
El ombligo.
Impúdico goce,
epiloga la última prosa
y flota en el lugar.
Pubis.
Muslos.
Los pies.
Me alzo altiva
frente a mi propio paisaje interior.
Emboscada al paso sigiloso de los días.
Los ojos acarician la lozanía
en su exacta redondez.
Los oídos beben el néctar
de las diosas.
Escucho de las manos
canto de sirena
del yo recién parido.
Me desnudo.
Cuerpo y alma conjugados
en mismo verso de amor.
Del otro lado de la soledad
celebro la vida
en universo de hoy,
donde la piel
es el único Dios posible.
Sandra Graciela Gudiño
martes, 25 de febrero de 2014
FE SANTA
Amanece con voz ronca el día,
las ojeras de la noche anterior
se desperezan,
abren el periódico al descuido.
Encuentro,
una insensatez desordenada,
una palabra que no busco,
tanta ligereza en la mirada del más alto.
Descubro,
una promesa no guardada,
un disparo antagónico en banda
por callejones sombríos,
la soledad ocupando tanta gente.
Me revelo,
escupo un puñado de gritos
en la boca de un mitin callejero
frente a la catedral.
Silencio,
el llanto de una madre
que besa a su niña
en la pancarta de la equidad.
Derramo el alma en los oídos
de una mañana llena de manos
tendidas al sol
en la puerta del semáforo
que lleva al sur.
Cierro los ojos.
Hambre de lluvia entre tanta humedad.
Hambre de justicia entre tanto caos.
Hambre de tanto entre tan poco.
Puños cerrados.
Pies descalzos.
Fuego en rostro de mujer.
Invencible cabecera con el puente cortado
y la palabra "santa"
mordiendo la entrepierna
de la ciudad en primavera.
Fe santa a la Vera de la Cruz.
Desde la taza de café
le desato una promesa,
le riego dulcemente una plegaria
y dejo que la brisa de las ocho
la despeine, sin el sombrero puesto.
Sandra Graciela Gudiño
lunes, 24 de febrero de 2014
47
Surco mi historia.
Descalza.
Sin prisa, ni promesas.
Tengo la vida tatuada por dentro
y la piel astillada en sal.
Soy añoranza
vestida de mí.
Sandra Graciela Gudiño
domingo, 23 de febrero de 2014
Esencia
Encontrarme en lo profundo
identificarme en sus formas
sentir sus trazos de luz
en lo invisible
sentir ternura
en la fortaleza de mi mismo
acceder a mi fortaleza.
Francisco Muñoz Soler
sábado, 22 de febrero de 2014
Dieciseis años
Hace dieciséis años
era no errar
por no haberlo intentado
darme la oportunidad
con prudencia
por si había que desandar
pasos mal dados
no sé
si por escasa cautela
o por maestría de la celada
el camino de vuelta
solo me ofreció ciénagas
y quebradas
en estas fechas
oteo el primigenio sendero
su precio
un ala del alma.
Francisco Muñoz Soler
viernes, 21 de febrero de 2014
Los surcos de tus pasos
Deseo
que los surcos
de tus pasos
no vuelvan
a orientarse
a las sombras
que deja
mi rastro
que ni siquiera
ellas
recuerden
tu presencia.
Francisco Muñoz Soler
jueves, 20 de febrero de 2014
No leen poesía
Desgraciadamente
no leen poesía
quienes no necesitan
amar
desgraciadamente
no leen poesía
quienes hacen bandera
de la estulticia
aún así
tenemos que reavivar
sus conciencias
con la fortaleza
que nos da el amor
para conquistar
espacios de compasión
en sus corazones
de piedra.
Francisco Muñoz Soler
miércoles, 19 de febrero de 2014
De repente
De repente
en mi somnoliento
estado
me llega la imagen
de mi entrada
en Viña del Mar
en el microbús
atascados
por una procesión católica
que remota pulsión
agarrada a mi alma
esconde
esas imágenes
de mi apresurada
salida de Concón
hacia Santiago.
Francisco Muñoz Soler
martes, 18 de febrero de 2014
Pizarnik
Pizarnik traspasa
el tuétano del alma
con delicadeza
de acero,
rasga hasta escarnecer
la transparencia divina
del ser humano.
Francisco Muñoz Soler
lunes, 17 de febrero de 2014
Siempre
Siempre me ha gustado correr
junto al mar
percibiendo su húmedo aliento
admitiéndolo como protagonista
de un viaje intransferible
donde a cada metro
vencido por mi íntimo esfuerzo
derribase pruebas intangibles,
envuelto en su incorpóreo sonido
siempre me ha gustado correr
absorbiendo el ritmo de su oleaje.
Francisco Muñoz Soler
domingo, 16 de febrero de 2014
EL VIAJE
Después de todo estamos al final de un camino:
el barco, el equipaje que oculta
como un pequeño corazón,
están prestos, las nubes
iluminándose de roturas
azules sobre el vidrio de la puerta
como un juego inocente,
tu cuerpo de ojos vacíos,
lo poco de sangre que resta.
Afuera, en la calle, todo ocurre
de otro modo, parece
como si toda travesía
consistiera en la acción.
Puede que consista el mundo
en cantar a la ausencia:
sobre mis pies el agua se desliza
intermitentemente
y, en uno de los recodos
del mar, se halla el olvido insomne
de reiteraciones eternas.
Y me iré como siempre sin lluvias,
doliéndome seca la boca,
porque pasó tan cerca el alba en ciernes,
que me desprendí sorprendido
de la misma aurora.
Y estás ahora en la prisión,
persiguiendo muchachos
quebrados cazadores de luna.
Mas la realidad, con todo, es esta:
no será lo mismo que entonces,
mas bien será otro trozo de tabaco
para seguir mascando.
Las velas triangulares
del sol cenital se inflaman
sobre escolleras de agua
y plantas trepadoras.
A veces se diluyen
las lindes de la blanca locura:
loco es aquel que atraviesa
las espadas y herido regresa
al lugar de las cosas
y de las fábulas difusas.
Pero la herida siempre
se mantiene, a pesar de los pesares.
Viniste conmigo a poblar
la oscuridad, viniste
conmigo a comprobar el efecto
de las duras navajas
en la piel del deseo.
Tu negativa última sólo a ti concierne.
Y te empeñarás
en que no ha pasado el tiempo,
como otros se empeñan en asuntos
que habrán de descubrirse,
pero quizás lo que guardaste
se expanda a pinchazos
y el viaje se detenga adherido
a un cierto lugar
y, así, el final del camino
sea principio y fin del camino.
Rafael Lobarte
sábado, 15 de febrero de 2014
SANSUEÑA
He regresado a ti,
ancha y horizontal mujer del valle,
desde la altura
verde y llana,
anhelante de un íntimo
amoroso espacio.
He vuelto a ti
por el camino de niebla
para así cobijarme,
fuera de la inmensidad,
en tu seno de frutos y de hojas.
Un fuerte, encanecido
dios, que se enguirnalda
de pámpanos y olivos,
te resguarda del cielo.
Regreso a la Ciudad Blanca, ciudad del sueño,
vuelvo hacia ti.
Lejos quedan el mar y las aves,
lejos quedaron
la abertura
de la noche virginal,
sus muslos tibios.
He regresado
a tañer una segunda
canción de espera.
Rafael Lobarte
viernes, 14 de febrero de 2014
ELEGÍA
I
Se fue a la alborada,
dejó el lecho vacío
y en la noche mis manos no pudieron retenerte.
II
Es mi silencio una mueca ajada
y tú, en mí, eternidad,
presentimiento de la muerte, cada
vez más vacío tiempo.
III
Suspendido,
en el anclado cauce
del antes y después,
del tiempo fijo,
en un cruce de venas.
Voz que no es llanto,
lumbre interna
de la constelación
y su sombra,
dolorida imagen
de la sien y el verso.
En la alcoba trémula
y el umbral de penumbra enrojecida,
te deseo.
IV
Cuando la estrella de la tarde
caiga en nuestros párpados
cerrados
de piel oscurecida;
cuando las aves de la luna
persigan
sus sombras enlazadas,
nuestro instante de locura:
entonces, la rosa de tus labios.
Rafael Lobarte
jueves, 13 de febrero de 2014
LA CIUDAD Y LAS ALAS
I
De margen a margen,
bajo las arcos de los puentes,
se desliza bronce de agua.
Verde hierba encaramándose
a los tiernos bastones de la orilla.
Demoradas aves, ya puntos
o líneas rasgando el azul, prefiguran
la llegada de la noche.
Reunión en la sombra,
juego de luz tras los cristales:
el borracho loco,
el adolescente bobo,
la niña tonta bien peinada,
el sabio intelectual y bien pensante,
abiertos en la sombra, gustando de la sombra,
escuchan al muchacho
de la dulce mandolina
canciones asombrosas;
el negro polvoriento,
la furcia helada, el camino.
Nubes amontonadas picotean la luna.
II
Todavía por ti la ciudad se alza.
Calles son sierpes, plazas un posible encuentro.
Te he amado tanto…
La torre es un deseo,
una espera el agua.
Oscuro de día
y en la noche oscuro:
rojizas luminarias,
tizones encendidos
como en un simulacro.
... que he de dejar constancia de mi olvido.
III
El sol espejea en esta hora.
Estuviste aquí,
igual que una serpiente
ciega entre estas cosas a las que día a día
adjudicaste su precioso nombre.
Cuando, al fin, salga,
me uniré al murmullo de los pájaros
que ahora anidan,
así sabré algo más sobre mí mismo
y sobre ti.
El horizonte desabrocha
su indumentaria vegetal, dejando
entrever mentidas presencias.
Cae una lluvia
tan fina, que se viste de verde.
Mas ya redobla su tambor el tiempo.
Resulta pues, preciso
insistir por el viejo sendero,
revivir la vieja instantánea.
De nuevo oscurece tranquilo.
IV
Este es el triste reino,
idéntico color del día y de la noche.
En los últimos portales
el aire introduce en el cabello
cincos dedos de furia,
y el río es un falso reposo
traspasado por los mil y un mensajeros del alba.
una espera el agua.
Oscuro de día
y en la noche oscuro:
rojizas luminarias,
tizones encendidos
como en un simulacro.
... que he de dejar constancia de mi olvido.
III
El sol espejea en esta hora.
Estuviste aquí,
igual que una serpiente
ciega entre estas cosas a las que día a día
adjudicaste su precioso nombre.
Cuando, al fin, salga,
me uniré al murmullo de los pájaros
que ahora anidan,
así sabré algo más sobre mí mismo
y sobre ti.
El horizonte desabrocha
su indumentaria vegetal, dejando
entrever mentidas presencias.
Cae una lluvia
tan fina, que se viste de verde.
Mas ya redobla su tambor el tiempo.
Resulta pues, preciso
insistir por el viejo sendero,
revivir la vieja instantánea.
De nuevo oscurece tranquilo.
IV
Este es el triste reino,
idéntico color del día y de la noche.
En los últimos portales
el aire introduce en el cabello
cincos dedos de furia,
y el río es un falso reposo
traspasado por los mil y un mensajeros del alba.
Rafael Lobarte
miércoles, 12 de febrero de 2014
ÓCULO
Te ocultas detrás
de un árbol gigante,
mientras hunde la noche
medialuna en mi pecho.
Y si después, amor mío, amaneces,
en parte alguna te hallo.
Continúa en mis ojos,
hondamente grabada,
redonda arquitectura
de encendidos metales,
blanca constelación suspendida de un cielo oscurísimo.
Rafael Lobarte
martes, 11 de febrero de 2014
CAPELLAE
I
No muy lejos de aquí
el heráldico árbol de la muerte,
los ojos pardos en la sala oscura,
el Cristo pastoril,
la colina que oculta siglos de oro
y el hermoso muchacho.
No muy lejos de aquí el agua que llena las aljabas
de los cazadores. Pues nada
podría serme comprensible,
girando alrededor de los círculos diáfanos
con un haz de idénticas imágenes
una vez ya proyectadas.
Apuntemos con esa flecha estéril
adonde no excaven la tierra
húmeda y pingüe,
densificada en tus dedos,
los cerdosos jabalíes.
Mi identificación
contigo es pura apariencia,
pues yo conservo también un arco
aquí, en la mirada. Sólo importan
las cosas que aprendimos a medias,
el canto de un pájaro o mi propio canto,
y el silencio
y la neblina que los edificios
aureola sutilmente.
Tú has de moverte en torno a mí
para así cantarte cuando yo me canto.
Pan sonaba por los montes,
herido amor
en los incognoscibles adentros refugiado
de la abierta boca.
Sal de allí de una vez por todas:
ya estoy a salvo, fuera.
Algas idénticas a cuerpos,
el dulce vello de los cuerpos;
fueron aquellos quince años, ¡ay!, inolvidables:
el adolescente impetuoso
cuya blanca y firme dentadura
muerde a la ligera muchacha
un tanto huera y mortecina,
y sus planes emplazados
para un futuro próximo.
Todo debe ser borrado,
ondea la señal por el aire espeso
de construcciones pardas de ceniza:
la colina que oculta siglos de oro,
Astrea, ¡oh virgen!
La fuente puede dar todavía agua,
un instante vivido
para el andamiaje del recuerdo,
para que la vida aliente
en la mutabilidad
de tus facciones.
Más a punto cada día,
terminarás por extraviarte.
Y ahora, decidme, ¿dónde empiezo?
Ya el ciclo de las estaciones
se va cumpliendo riguroso,
ya golpea en mis sienes
la sombra del enebro.
Ite domum saturae, venit Hesperus, ite capellae.
II
Claro que, al final, todo queda ensombrecido.
Ahora pues, situémonos: llanuras
inconmensurables, estrías
ascendentes de la vid,
verde enredadera.
Un blanco mantel recrea
mi visión del mundo,
porque todo está dispuesto,
el alimento
y, después, el descanso
sobre un lecho de oro.
Seguro que no habéis contado con el brillo
de las constelaciones
y el perfume de las rosas
marchitas que rodean el estanque de agua.
Dios está con vosotros
y con vuestros hijos,
sobre la escarpada colina esgrimiendo
el rayo de fuego.
Cuando sobrevenga el alba,
reflexionaremos
sobre la mejor manera
de pasar el nuevo día
y los atardeceres.
Tú estás conmigo y no tengo
absolutamente nada
que decirte. Sí, podríamos
besar nuestros cuerpos
y después, fatigados,
pensar en tanta muerte que soportan,
indiscutiblemente, todos los que han muerto.
Las líneas observa de mis manos,
no estamos lejos ya
de un pequeño desenlace.
III
El número tres anda siempre en la locura,
lleva a cabo una síntesis extraña.
Es bueno dejar
que la marea te arrastre
sin demasiada convicción
ante sus determinaciones
futuras. Voy por una misma senda
reticentemente, en la superficie
de las cosas encuentro
el único bálsamo para mi deseo.
La descarga onerosa de las viejas tormentas
no puede molestarnos.
Estás aquí y ahora.
Pan brincaba por montes y selvas
y Baco le seguía.
No muy lejos de aquí
disparaban sus flechas los muchachos
hacia un punto de azul.
Enmarquemos el dulce ensueño
repleto de presagios:
las enlutadas madres de las guerras
y, ella, hermosísima, lloraba por la muerte
de su tierno amante.
Cercana está la primavera,
allí los contumaces jabalíes
no excavarán la tierra enrojecida,
y pingüe y húmeda
se os ofrecerá aún de nuevo.
He lives, he wakes - 'tis Death is dead, not he.
Rafael Lobarte
lunes, 10 de febrero de 2014
UJI
Un día del pasado,
caluroso y húmedo septiembre,
partimos desde Osaka, rumbo a Kioto,
en un tren japonés raudo y preciso,
y desde Kioto a Uji,
en donde suele desplegar el vuelo
secundado por músicas apsaras,
el Byodo-in, fénix deslumbrante
-aunque, enjaulado y ciego,
en aquella ocasión hurtara a nuestra vista
su trémulo cristal-,
longeva grulla entre perennes pinos;
y en donde, junto al río turbulento
y desbordado -ahora igual que entonces-,
tras arrostrar valientemente yermos
soles y asperezas,
Kaoru conoció a las melifluas hijas
del buen príncipe Hachi
tras el kichó: a Oigimi y a Naka no Kimi,
a Ukifune después;
Kaoru, el bello y bienoliente vástago
del triste Kashiwagi
y de aquella princesa, que aunque boba,
supo engañar al luminoso Genji,
el viejo burlador al fin burlado.
Y allí escuchó aquel koto incomparable,
y allí entrevió una forma cegadora,
y allí surgió un amor,
acaso más patético que trágico,
pero, con todo, amor.
Fue doloroso comprender un día,
que se habían quedado
atrás, sin haber hecho
nada para impedirlo por tu parte,
las pocas ocasiones
que el tiempo te brindara
de ser feliz; curioso que ni aun eso
en realidad ya importe.
Rafael Lobarte
domingo, 9 de febrero de 2014
Amaneceres
Hoy he despertado curiosa
con las manos llenas
de necesidades exploratorias
vestida de deseo desbocado de una lengua
(la tuya)
enredando mi boca
invitándola a pecar entre tus piernas
a descubrir que comerte
es reafirmar que estoy viva
Yo quiero
acabarme contigo
¿Vienes?
Tania Evans
sábado, 8 de febrero de 2014
Indomable (I)
El alma se libera de vacíos cuando te acercas
No existió infancia
ni legado
Me fue negado el recorrido
y yo, que no suelo acatar órdenes
me salté mi norma
Hay tantos recuerdos
carentes de paisajes
que pensé
que tal vez vos
puedas encender una cerilla
en medio de la noche
Te propongo un trato a lo Benedetti
Déjame contar contigo
asirme a tu lomo indomable
sentir tu galopar sereno entre mis piernas
que el destino sea lo de menos
si tu boca me habla
si tu lengua me cuenta
que pasaba en las casas en mitad de la noche
qué llovía en ese océano de falsa calma
Dime que puedo contar con vos
para mostrarme la vida
que se me escapó de las manos
cuando mis pies me pusieron a salvo
Te espero latiendo, llena de hojas en blanco.
Tania Evans
viernes, 7 de febrero de 2014
Poderosamente vulnerable
Me descubro sonriendo de medio lado tras pensarte
Tú no lo sabes
pero yo si se
todo lo que ese pequeño gesto esconde
Cuando a mi órgano bomba le da por hacer horas extras
así, sin venir a cuento
inyectando fuerza y borrando el cansancio
Cuando la noche es un regalo que me acerca a tu cama
aunque sea solo a través de palabras que cierran el día
abriendo la posibilidad de ser uno mismo desnudo, por fin, de teorías
Cuando solo pienso en las ganas que tengo de sentir
el roce despistado de tus dedos mientras caminas
Cuando tengo que darle un segundo tras otro la razón a Einstein
porque los días que faltan para volver a verte,
se alargan desde que descubrí que tú, también, me miras
que en algún sueño nos pusimos de acuerdo
para despertarnos mutuamente
para sacudirnos por un tiempo indefinido o limitado, no importa
la soledad tan llena de gente murmurando
para llenarnos de gritos al cielo
para enredar las sábanas y devorar las ganas
para que me desvistas de sombras
y con tus besos
dulces
me cubras de luz.
Porque me siento poderosa cuando te hago temblar
al confesarte todo lo que te haría “si tú me dejaras”
Porque me siento vulnerable ante tu cariño que me desarma
Recógeme entre tus brazos
prometo aferrarme a tus piernas
cabalgar contigo
devolverte con intereses el oxígeno que te robe en cada beso
recuperar tu sonrisa
la de verdad
esa que duele cuando te la arrebatan
Pero sobre todo
prometo ser yo aunque te asustes
es bello sentirse frágil de vez en cuando
como me siento yo misma desde que sé
que tú
también me miras.
Tania Evans
jueves, 6 de febrero de 2014
Puntos suspensivos
Una tarde cualquiera de Skype como la de hoy
en la que te veo en movimiento después de tanto texto comprimido
esquivo la razón que me lleva a perderme en las esquinas
y hundiéndome en tu yo virtual que se sonroja
te miro de frente con todos mis sentidos
Hiervo literal e instantáneamente
y quiero comerme las palabras despacito de tu boca
abrir con mis caderas un paréntesis entre tus piernas
y quedar tan pegada a ti
que no puedas seguir creciendo sin invadirme
Alejo las voces que insisten en recordarme
que no somos punto y seguido
y acojo tu lengua entre mis labios
le doy la bienvenida a tu hogar por esta noche
en esta habitación que se desvanece
a medida que tu piel se abre camino
Puede que en realidad no seamos punto y aparte
A mí me basta por hoy
con ser solo unos cuantos
locos e inflamables
puntos suspensivos
Tania Evans
miércoles, 5 de febrero de 2014
Esta noche las sirenas aúllan algo más que urgencias
Te contemplo dormida sobre la cama deshecha,
cómplice necesaria en esta revolución callada
que estalló al devorarnos, víveres con hambre
Te miro
y el balanceo de tu dormir con sueños
convierte las pecas de tu espalda en una galaxia
de la que quiero investigar en profundidad
origen, contenido y forma de cada estrella.
Sonrío
un gesto que no repetiré cuando despiertes
para no creer que es posible lo imposible.
Porque los dos sabemos que no me pertenezco,
que toda noche muere en la mañana
y la verdad nunca nos hizo libres.
Me miras
respiro a lluvia reciente y tierra mojada,
me rindo a la locura que me muerde
y extiendo las alas para abarcar entera
esa galaxia roja y tuya, recién descubierta.
Pestañeo y te pierdo.
Ni siquiera ha sido un sueño.
Me la ha vuelto a jugar
esta imaginación ilegal por contrato
que te tengo.
Tania Evans
cómplice necesaria en esta revolución callada
que estalló al devorarnos, víveres con hambre
Te miro
y el balanceo de tu dormir con sueños
convierte las pecas de tu espalda en una galaxia
de la que quiero investigar en profundidad
origen, contenido y forma de cada estrella.
Sonrío
un gesto que no repetiré cuando despiertes
para no creer que es posible lo imposible.
Porque los dos sabemos que no me pertenezco,
que toda noche muere en la mañana
y la verdad nunca nos hizo libres.
Me miras
respiro a lluvia reciente y tierra mojada,
me rindo a la locura que me muerde
y extiendo las alas para abarcar entera
esa galaxia roja y tuya, recién descubierta.
Pestañeo y te pierdo.
Ni siquiera ha sido un sueño.
Me la ha vuelto a jugar
esta imaginación ilegal por contrato
que te tengo.
Tania Evans
martes, 4 de febrero de 2014
Eres ventana cálida
Ella no lo sabía
pero hacía días
semanas
una eternidad
que necesitaba con urgencia una ventana.
Una ventana grande
de las que se parten pariendo amaneceres
atrayéndote con sus extremidades
a su regazo vacío tan lleno de posibilidades.
Una ventana del color de la lluvia,
mojada, astillada
experimentada
por qué no, una ventana descarada.
Una ventana que diera a un aire fresco
de esos que te limpian toda la basura acumulada en el alma
que barren recuerdos
que instalan nuevos sabores y olores bajo la piel y la almohada
Ella no lo sabía
hasta que se dio de bruces (por qué no, virtuales)
con otra ventana
una ventana que ya no entendía para quien parir amaneceres
Y cuando sus cristales se cruzaron
la lluvia arreció
una banda sonora emergió de un balcón que buceaba en youtube
y se mezcló con las gotas transformando en rojo y azul su color
Y reflejo con reflejo
sus hojas se abrieron de golpe
sin miedo a romperse en mil pedazos
Y compartieron su olor a tierra mojada
ese olor que despierta las ganas de correr,
de saltar en los charcos con los pies descalzos.
Y desearon de repente ser invierno y ser humanos
sin herrajes sino brazos
y con toda esa piel nueva
sin ninguna prisa y todo el tiempo
amanecerse cada día bajo la piel de la cama diluviando.
Tania Evans
lunes, 3 de febrero de 2014
Días licuados
Hay días blandos en los que el sexo se antoja como un paseo escarpado
Da como pereza porque lo que deseas es nutrirte de abrazos asexuados o mejor dicho, asexuales, pegarte, fundirte, sintiendo cosquillas en la nariz con el vello de su pecho
Hoy es uno de esos días ya no blando, sino licuado, en los que llegas a casa derramándote, con los brazos arrastrando… y pienso donde estará esa piel que siempre hierve haciéndome infusión moruna cuando me acerco, cuando le rodeo desde atrás con mis brazos.
Y te encuentro donde siempre, vertiéndote sobre las hojas en blanco… desnudo de toda noción de mi presencia. Te observo sintiendo en mi memoria tu abrazo fuerte, amplio, esas manos extensas que me abarcan desde abajo y me elevan como si fuera ligera, etérea. Esa ingravidez me muerde por dentro buscando la salida entre mis piernas, porque al olerla, al anticiparla, soy yo la que se vierte sobre la alfombra, blanca.
Pero no, me digo, si yo hoy no busco eso, no quiero sexo, quiero abrazos de cucharita, abrazos ropero donde meterme y quedarme quieta, muy quieta, respirándote. Pero es inevitable que al pegarte a mí, sienta todo tu cariño, todo tu amor, erguirse buscando-me olfateando-me entre las piernas, entre las nalgas si me doy la vuelta, subiendo por mi espalda, por mi cuello, buscando mi garganta. Indaga, quiere saber, como se presenta la noche… quiere ser usado ya que lo despertaron. Y se hincha del propio enfado cuando ve que tu abrazo es dulce, es de amante amando…Y me rio de mi misma, porque siempre olvido que licuada, desarmada en la batalla del día y vencida, alborotada, con sueño o con hambre no puedo dejar de rehacerme las veces que hagan falta como la mala de terminator, y querer trepar por tus piernas, morderte la boca, los labios la lengua. Dejarme caer y ensartar ahogando con mi sexo los lamentos del hinchado, rosado y gran ofendido cuando creía que se iría a la cama sin cenarme. Y exigirte, suplicarte, que te muevas, que entres y no salgas, y aprietes hasta que no quede nada de ti por darme. Aunque siempre me engañas y también siempre, hay algo más que regalarme. Entonces si, tras rehacerme para volverme a romper de espasmos encima tuyo, me integro en tu piel como una célula más y cierro los ojos, deseando que a mitad de noche, despiertes a hervirme de nuevo la sangre
Tania Evans
domingo, 2 de febrero de 2014
Los martes
Te dejas caer (de paso) sobre mi cuerpo,
generalmente los martes,
cuando nos encontramos por algún escenario
o en cualquier esquina.
Hasta pareciera que te alegra verme
y yo me dejo engañar porque te quiero.
Deberíamos dejar de coincidir,
para empezar a concertarnos.
No comprendes amor mío lo insoportable,
que me resultan los miércoles.
Dolors Lluy
sábado, 1 de febrero de 2014
Caos
Nos encontramos después
de sobrevivir a nuestro propio ataque.
Mis ojos se proyectaron en tu nuca
con la intensidad de una bomba nuclear.
Su onda expansiva recorrió tu espalda,
la curva de los hombros,
tus manos sujetando la cara
¡¡Tus manos!!
Esas manos que desataron mi pequeña muerte,
hasta alcanzar el cataclismo final.
Reacción en cadena de lo inevitable.
Y ahora. A salvo en mi refugio,
en el bunker de las palabras,
solamente puedo defenderme,
bombardeándote a poemas.
Dolors Lluy
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