martes, 25 de febrero de 2014
FE SANTA
Amanece con voz ronca el día,
las ojeras de la noche anterior
se desperezan,
abren el periódico al descuido.
Encuentro,
una insensatez desordenada,
una palabra que no busco,
tanta ligereza en la mirada del más alto.
Descubro,
una promesa no guardada,
un disparo antagónico en banda
por callejones sombríos,
la soledad ocupando tanta gente.
Me revelo,
escupo un puñado de gritos
en la boca de un mitin callejero
frente a la catedral.
Silencio,
el llanto de una madre
que besa a su niña
en la pancarta de la equidad.
Derramo el alma en los oídos
de una mañana llena de manos
tendidas al sol
en la puerta del semáforo
que lleva al sur.
Cierro los ojos.
Hambre de lluvia entre tanta humedad.
Hambre de justicia entre tanto caos.
Hambre de tanto entre tan poco.
Puños cerrados.
Pies descalzos.
Fuego en rostro de mujer.
Invencible cabecera con el puente cortado
y la palabra "santa"
mordiendo la entrepierna
de la ciudad en primavera.
Fe santa a la Vera de la Cruz.
Desde la taza de café
le desato una promesa,
le riego dulcemente una plegaria
y dejo que la brisa de las ocho
la despeine, sin el sombrero puesto.
Sandra Graciela Gudiño
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