Nos encontramos después
de sobrevivir a nuestro propio ataque.
Mis ojos se proyectaron en tu nuca
con la intensidad de una bomba nuclear.
Su onda expansiva recorrió tu espalda,
la curva de los hombros,
tus manos sujetando la cara
¡¡Tus manos!!
Esas manos que desataron mi pequeña muerte,
hasta alcanzar el cataclismo final.
Reacción en cadena de lo inevitable.
Y ahora. A salvo en mi refugio,
en el bunker de las palabras,
solamente puedo defenderme,
bombardeándote a poemas.
Dolors Lluy
1 comentario:
Gracias...la belleza de este poema puede traspasar cualquier barrera del tiempo. Siempre es presente lo amado, siempre persiste lo cierto, siempre...que palabra más hermosa y cuanto duele cuando es verdad.
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