viernes, 14 de febrero de 2014
ELEGÍA
I
Se fue a la alborada,
dejó el lecho vacío
y en la noche mis manos no pudieron retenerte.
II
Es mi silencio una mueca ajada
y tú, en mí, eternidad,
presentimiento de la muerte, cada
vez más vacío tiempo.
III
Suspendido,
en el anclado cauce
del antes y después,
del tiempo fijo,
en un cruce de venas.
Voz que no es llanto,
lumbre interna
de la constelación
y su sombra,
dolorida imagen
de la sien y el verso.
En la alcoba trémula
y el umbral de penumbra enrojecida,
te deseo.
IV
Cuando la estrella de la tarde
caiga en nuestros párpados
cerrados
de piel oscurecida;
cuando las aves de la luna
persigan
sus sombras enlazadas,
nuestro instante de locura:
entonces, la rosa de tus labios.
Rafael Lobarte
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