Mis caderas y tus hombros,
dos referentes de un diálogo mudo.
Hablamos de un río,
de la noche estrellada,
de la libertad de dos purasangres
que cruzan la llanura con su pelaje
brillante alazán.
Hay restos de canela en tus labios
y una cascada fresca inunda las miradas.
De fondo, el sonido del galope que no cesa,
la música celeste infinita, el agua.
Hemos logrado detener el tiempo.
Carlota Ex-Nihilo
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