A menudo escribo desnudo después
de haber hecho el amor. Unas veces
con mi esposa. Otras con la mujer que
amo. Así, con la sangre en mi entrepierna
esquivo los miedos atropellados.
Porque tengo la vida llena de risas
enlatadas y ropa sin planchar.
De semáforos en rojo. De ventanas
a un patio interior. De poemas sin
sentido. De mecheros sin gas.
El corazón lleno de aurículas y ventrículos.
Lleno el cuerpo de oídos sordos, de pies
sin cabeza. De esguinces y cicatrices.
Y el alma, como no la veo desconozco su estado.
Por eso, a menudo, escribo desnudo
después de hacer el amor. Algunas
veces pensando en Sofía Loren.
Jorge M.Molinero
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