viernes, 31 de octubre de 2014

Oración




Que las sombras de la noche no me desvelen

Que el silencio no me grite al oído

Que el reloj no explote en mi cerebro

con su maldito martilleo eterno

Que la araña no teja su tela en mis pensamientos

Que el búho no se mofe de mi sonrisa

Que el tiempo no me robe tu recuerdo

Que mi sueño no permita que te seduzcan otros versos

Que la distancia no nos tienda trampas

y nos entierre en el olvido del silencio

Que los miedos no nos asalten

con sus máscaras diabólicas

y el veneno de los celos

Que sepamos mantener presente

que es la misma luna pálida la que se esconde

detrás del sol de tu cielo



Silvia Cuevas-Morales


jueves, 30 de octubre de 2014

Descansé mis huesos




Descansé mis huesos
reposé mis párpados
Apoyé mi cerebro en la almohada
acosté mis pasos polvorientos
Yacieron inertes los pensamientos
el corazón latió horizontal
y escondí mis dientes
Liberé la lágrima frustrada
y mi cuello se quejó
con un crac de huesos
La serpiente vertebral
se enroscó sobre sí como un feto
Navegué en un mar soñoliento
con el "id" suelto al no estar
despierto el "ego"
El polvo del día cansado
descendió e hizo su nido en mi cabello


Silvia Cuevas-Morales


miércoles, 29 de octubre de 2014

Idiota sadomasoquista




Querías ser mi sirviente

que te amarrara

y te colgara,

te golpeara sin parar.

Que te vendara los ojos

para no ver,

que te tapara la boca

para no hablar.

Que te diera latigazos,

te insultara,

te humillara.

Pero para mí

eso no era ningún juego.


Soy chilena

eso no se puede olvidar...


Silvia Cuevas-Morales


martes, 28 de octubre de 2014

Desarraigo


Un enorme peso que me fatiga
Una triste valla que me aísla
Un desierto que me asfixia
Un mar que me castiga
Sonrisas de papel que ya no devuelvo
Recuerdos borrosos que me anulan
Pertenencias que ya me son ajenas
Amistades que ya desconozco
Sueños insatisfechos
Planes truncados en el destierro
Fotografías que me acosan
Cartas polvorientas que me hunden
Voces distantes que me susurran un pasado
que ahora siento tan lejos
En círculos deambulo por avenidas
sin dar con el sosiego
La noche más cruel aún
no me permite descansar mis huesos
Aferrada a mi almohada
intentando sucumbir al sueño
en búsqueda de esa calma
que tanto añoro
que tanto necesito
para volver a nacer
con pleno derecho a vivir
en este país nuevo.


Silvia Cuevas-Morales


lunes, 27 de octubre de 2014

Fusión



Cómo deseo vestirme con tu cuerpo
Enguantarme con tus manos
Mudar mis gafas por tus ojos
Enfundar mi cuello con tu pelo

Erguir mis pezones en tu boca
Cubrir de sudor la seda de tu vientre
Leer tus pliegues con caricias
Adentrarme en tu mente

Lamerme los labios con tu lengua
Sujetar mi pecho con tus brazos
Amamantar tus besos con mis senos
Entregarme a tus dedos

Atrapar tu muslo con mis piernas
Galopar igual que un potrillo hambriento
Humedecer mi nido con tu aliento
Ensortijar mi lengua con tu vello

Morder la fruta prohibida con tus dientes
Saborear tu saliva con mi sexo
Tragar el aire de tu boca
Con el último espasmo de nuestros cuerpos.


Silvia Cuevas-Morales


domingo, 26 de octubre de 2014

Semana dedicada a Silvia Cuevas-Morales




Cosecha continua





Leo en tu rostro, madre,

las heridas de la vida abiertas,

tu legado, el que heredaste,

al que no renuncio y a él sumo el mío,

dudas y pasos de esta cosecha

continua con los nuestros,

cabeza con cabeza como bestias

en la faena de la labranza,

brazo a brazo en la vasta era

en la que aún nazco, nacemos,

donde prende incesante el árbol,

donde trillo las mieses de la sangre.

Tengo tus preguntas y las mías,

y también tengo tu agua, madre:

la vida no se nos volverá yerma.



Andrea Mazas


sábado, 25 de octubre de 2014

Mi columna vertebral





mi columna vertebral,

mis tristes andamios cortos,

no llego a la herida, a lamerme

desde dentro mi dentro,

no toco la alegría,

me tiemblan los disfraces,

le quedaron pequeños

a la niña del miedo

(¿qué palabra es cicatriz?):

soy una funámbula y su cuerda,

el vértigo, la caída antes de caer,

pienso en ti sin equilibrio,

sin número ni dios, sin mí

(soy un yo: hueco, pasillo, caja)

rezo, espero, retuerzo silencio, digo

/contradigo/contrahago/contraigo/,

me acurruco, cefálica, me ateto,

me atrapo en una promesa de luz

como un explorador perdido

soy eco de mis pasadizos,

esta voz es grito de ayer

y de mañana

(en todo centro se entra

en un laberinto más)



Andrea Mazas


viernes, 24 de octubre de 2014

Maternidad





cuándo fue la primera contracción no lo sé

ni en qué hora empecé a dilatarme

pero sé que

me nazco un poco más cada día

y espero que

buenamente

la muerte me alcance solo

al final del parto

como fruta que se desprende

al fin madura de su rama



Andrea Mazas

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jueves, 23 de octubre de 2014

Vistas a un poema





Vivo en una casa con una ventana que da a otra casa con una ventana con barrotes.

Cuando la persona que vive en la casa de esa ventana con barrotes descorre sus cortinas y una hoja de la ventana con barrotes,
anula mi reflejo y veo, entre los barrotes, un salón partido e inundado de luz en el que yo podría bailar y al fondo un balcón.

Solo cuando la persona que no baila en ese salón deja abierta la ventana con barrotes y descorre las cortinas del balcón del fondo del salón en el que yo podría bailar puedo decir que mi casa tiene vistas.

Hay detrás de esta idea otra idea con vistas a un poema muy triste.



Andrea Mazas


miércoles, 22 de octubre de 2014

Siesta





En la siesta

no hay hora ni deshago cama.

Disfruto de la inutilidad

de las sábanas sin tic-tac.

Me despiertas tú,

te digo, y tú asientes.

Eres así. Estás siempre

derramando síes que se enlazan,

que trazan la inadvertida continuidad

en la que nos destapamos cada mañana,

pronto, con el café aún sin servir.

Después, los recados, el calendario

y las citas, el abandono de los parques,

la música, los planes y las cuentas,

todos esos asuntos que nos aplazan

el tú y yo, sin ausencia:

pienso en ti sin pensarlo,

y sin pensarlo llega otra vez

la siesta, un sí tañido,

como una campanada de piel.



Son las rutinas de este amor,

las de hoy, blandas:

mañana ya serán otras.

Nos queremos.

Me basta esta concurrencia,

este sutil sucedernos

que anula relojes y mantas:

el tiempo es presencia

o ausencia, pensarte;

de sangre y palabra, o silencio,

es el calor, o no es.



Van quedando las puntas

de los retratos que nos descolgamos.

Yo escribo sobre lo que ya se está yendo.



Andrea Mazas


martes, 21 de octubre de 2014

Dos veces luz





Estás multiplicada.

Eres dos veces luz.

Las preguntas que retrasaste

se responden ahora con otras

y anticipan las de mañana, pero hoy

las sabes semilla y te creces.

Eres así, fértil,

raíz firme de sangre

que crece y tú creces.

Eres más,

y más de la tierra que nunca,

como suma de amores.

En tu matriz late la hora siguiente.

Dibuja un aro concéntrico más

en la estela de tus edades.

Eres árbol fecundo de ternura.

Maduras en una estación que se expande.

No has nombrado aún

a la mujer que te está brotando

y ya asumes la circularidad,

lo redondo,

como una señal de tu vientre.

Es la vida,

la retórica implacable.

Tu hijo te está naciendo,

de nuevo, nueva.



Andrea Mazas


lunes, 20 de octubre de 2014

La pecera




Sé que te intuyo más de lo que te sé.

Veo venir de lejos al hombre que estás a punto de ser

mientras el niño que estás siendo le susurra

a la niña que le crece a mi mujer.

Son ellos quienes pasean ciertas horas

por las playas que inventa la ausencia,

como jardines de infancia sin tutores

donde hacerse los recreos y morderse la merienda.

Levantan torres de babel,

combaten a los dragones con tu lápiz de arena,

lanzan una red de risas al agua, y, de repente,

el mar se abre como una boca,

una pecera gigante de amor salado.



Después se quiebra el sueño, y él se esconde.

La inocencia escribe el último verso de la noche.

En el punto final te encuentro, esa isla minúscula

que pone mi mujer, que borra tu hombre.

Nuestros niños se hacen los muertos sobre la duda.

Nos extrañamos en el sueño que despierta el deseo.

Luego poco más: la noche vuelve a su sitio


y avanza en silencio.



Andrea Mazas


domingo, 19 de octubre de 2014

Semana dedicada a Andrea Mazas




Pura casualidad



Me llamo Sara como me podría llamar Marta o Lucía.
Vivo aquí como podía vivir allí o allá.
Mi color de pelo, de ojos, de piel,
mis manías, miedos, hasta mi forma de andar,
todo, pura casualidad.
Casualidad y genética.
Eso somos.
Eso y tal vez,
unas gotitas de experiencia.
Poco más.
Perturbador descubrir
que hay poco que controlar
que modificar
que no podemos evitar un infarto repentino
una embolia
un cáncer
o ser hipocondriaca, como pueden ver.
Tampoco con quién nos cruzaremos al girar esa esquina
o quién decidirá dejarnos al girar otra.
Qué pasará con los mercados
con la borrasca que se acerca por el oeste
o con qué, idea delirante, nos despertarán los de arriba.
Nada, no sabemos nada
y pese a esa nada,
somos capaces de vivir como si nada.
Vivir cada día
como si lo supiéramos todo.


Sara Zapata


sábado, 18 de octubre de 2014

Con mi permiso



Me permito vivir como quiera
porque esto, la vida,
es lo único realmente mío.
Me permito por tanto
tropezar las veces que sea necesario
y también vaguear,
tumbarme al sol y dejar que pase el tiempo
sin que nada pase.
Me permito también
adelgazar y engordar a mi antojo
puesto que este cuerpo es mío
y darle placer sin reproches.
Me permito amar y que me amen
sin ridículos límites
que edulcoran al amor
e intentar
aceptar el fin con valentía
sin miserables reproches,
pero si llegado el momento
me falla la entereza,
me permito convertirme en escarabajo
durante un tiempo determinado.
Me permito cambiar de opinión
sin sentirme culpable
ya que nada es estático.
Me permito además,
permanecer en la confusión del ser
en la intriga de las sombras
en esta interrogación constante.
Me lo permito
porque ya me cansé,
de apuñalarme a cada instante.


Sara Zapata


viernes, 17 de octubre de 2014

Regresar



Sentirse muerta sin estarlo
percibir el mundo que la rodea
como un frío y silencioso ataúd
en el que ya nada
el que ya nadie.
Caminar muerta entre los vivos
sentirse sombra
agua estancada
eco sin voz.
Y allá, en el país de los muertos
donde la estación no cambia
y sólo pasean recuerdos
se abre paso un rayo de luz
directo a su pelo,
un rayo que todo lo cambia.
La vida vuelve
siempre vuelve
porque sólo los muertos de verdad
saben ser muertos.


Sara Zapata


jueves, 16 de octubre de 2014

Puestos a elegir




Puestos a elegir elijo:
El mar embravecido
tu lunar de la espalda
la sonrisa de Jimena
el abrazo de mi padre.
Puestos a elegir elijo:
cañas en el Mercado de San Fernando
a cena en el Ritz
tus poemas a Neruda
Lope a Góngora
ver por enésima vez una de Billy Wilder
a la última de Ridley Scott
diez días de verano al invierno de Madrid
volver a ver a mi abuelo preparar sus migas al Cuponazo
el asiento de atrás del Corsa
a una suite francesa.
Pero todos mis elijo cambiaría.
Cambiaría mis pequeñas batallas cotidianas por una mayor,
por ver a Lorca escribir en su patio de Granada
por no ver a Machado pisar Colliure
por ver a Hernández acercarse a una cuna con un saco lleno de panes, queso y jamón del bueno,
por no ver a Alberti a bordo del "Mendoza".
Cedería mis elijo
por ver bailar juntas a las trece rosas
por no contar los muertos
por ver a los maestros en sus escuelas
por ver desterrado al que vino de África en un remoto rincón de Groenlandia
por ver vacíos los Pirineos y no escuchar La Pirenaica.
Mis elijo daría
por haber ganado esa Guerra
por sentir la vida,
la libertad.


Sara Zapata


miércoles, 15 de octubre de 2014

Ausencias



 He recorrido años, otras ciudades,

he sentido el vértigo de varios precipicios,

anduve otras tierras, soñé otras lunas.

He vivido sin ti todo este tiempo,

otros llenaron de besos y palabras

mi alacena,

a otros amé, olvidé,

me amaron, olvidaron

ya sabes cómo es esto…


Y pese a todo, pese a este reloj

que avanza por segundos que son años,

siempre hubo un momento,

en aquella terraza en Nápoles,

en algún paseo frente al mar,

en aquel inolvidable concierto

o en un mirar la lluvia tras el cristal,

en el que me acordaba de ti

y te imaginaba allí,

en esos pequeños instantes

en los que nunca estuviste.



Sara Zapata


martes, 14 de octubre de 2014

Advertencia



No quiero promesas,
no se pueden cumplir.
No espero tu todo
ni deshilacharte a poquitos
ni que me mires y mueras
porque yo,
te quiero vivo.
No hagas de mí tu centro
no me lleves por bandera
que mi luz no te ciegue
ni mis besos te callen.
Cédeme rincones,
avenidas, portales
pero guárdate lugares
en los que yo no entre.
Protégete de mí
que tiendo a la expansión
a poblar todo un mundo
para después huir
ante el horror que supone
sólo verse a una misma
cuando dos, se hacen espejo.
Recuérdalo compañero,
yo sólo,
te quiero libre.



Sara Zapata


lunes, 13 de octubre de 2014

Avanza



Ya no puedes demorarlo más
ya la vida empuja te reclama
grita tu nombre cuando la ciudad duerme
y sólo los hombres tocados por la clarividencia
o mordidos por el amor que no fue
cavilan, sueñan, se destruyen.
Ya no puedes excusarte más
ahí está
sentada en ese café
jugando con sus dedos
mirando el reloj.
No es la vida
pero es el puente que te llevará hasta ella.


Sara Zapata


domingo, 12 de octubre de 2014

Semana dedicada a Sara Zapata




VUDÚ




Si ella supiera la dicha

de la tripa en el ladero

de la desbordada fiola

que hace al vidrio

enmudecer.


Si supiera los coros

que me mete en la cabeza

cuando tiende o cuando mira

o va en el metro

y es rebalse

su ojo amohinado.


Si supiera

que si sigue riendo

va a romperme

de tan elástico

el vudú.


Si supiera

lo poco que quepo

en el crisol

cuando son cósmicos

los cabreos.


Si supiera la balsa

de peinada agua

con que me hace

asumir

las inundaciones.


Si supiera

que desde ella

no sé si tengo

flecha

o corazón.


Si supiera

la colección de poleas

que ha puesto

en el levanto.

Si supiera

lo mucho que me ha

ayudado

en la medida

de lo imposible

y el bajo escalón

del ahora

precipicio.


Si supiera la boca

que le miro

y el trasero

que mena

el disturbio

y esa carne

percutor

y ese pelo

pentagrama

donde ha madrugado

la cola

de la música.


Si supiera que con un sólo

puñado de su ira

no importaría

lo grande

que fuera

mi grisgrís.


Si supiera la batería

de mi empeño voltaico

por poderos

contarla

sin nada

exagerar.


Si supiera

que sólo en el hueco

de su pecho rambután

evito yo serme

escaramuza.


Si supiera

que es ella

la poesía

del reveno.


Y si yo supiera

que lo sabe...

qué velís de palabras

y qué asfixiante treno

aguaría el cajón

de la escritura.



Pedro Morillas


sábado, 11 de octubre de 2014

LA SUERTE



Todas las mañanas cuando despierto
experimento un placer supremo:
el de ser Salvador Dalí.

Salvador Dalí



La suerte de llamarme Pedro Morillas,

la suerte del uso del morral

cargando los candelabros

del onanismo.


La suerte de levantarme cada día

y llamarme Pedro Morillas

y no saber con qué fin

usar el espejo

de la maledicencia.


La suerte, la increíble suerte

de experimentar el supremo placer

de llamarme Pedro Morillas,

la suerte de ponerme

frente a mí

totalmente

amartelado.


La suerte de los riegos jaricando

el nombre de mi propia

cosmogonía

teniendo la poesía

la ijada

de su propia

sospecha.


La suerte de asomarme al balcón

siendo Pedro Morillas,

ese hombre que se escala

al tiempo que caen

los chubascos

de su altura.


La suerte de tener

a los amigos contados

con el muñón.


La suerte de no sentirse

nunca

solio.


La suerte de decirse:

“Te quiero

tanto que

te tengo

que matar”.


La suerte de llamarme Pedro Morillas,

ese espantapájaros clavado

para mantenerse

en la distancia

del viento

con su treo.


La suerte de tener una idea fija

que no acaba de torcerse,

la suerte de ser siempre puntual

deshora,

la suerte de ir a todo tren

a través del rabión

donde es líquida la colección

de todos

mis remordimientos.


La suerte de practicarme

cariñosamente

el haraquiri

en la ceremonia

oficial

de mi coloramiento.


La suerte de haber nacido

con una segunda y

última

oportunidad.


La suerte de mi madre

y de mi padre

y de la madre

de la madre

que los banió.


La suerte de llamarme Pedro Morillas

y captarlo todo

con feliz

ametropía.


La suerte de levantarme cada día

Pedro Morillas

y dejar que taladre

el poema

un butrón

en la cóncava

cecidia

del cerebro.


La suerte de ser intolerante

a la astrosa

realidad.


La suerte de creerme un genio

creyéndose genialmente

desgraciado.


La suerte de ser adelantado,

que alguien pare

al caracol.


La suerte de planear conmigo

la conquista

de mi entrega.


La suerte de estar sentado en una silla

sentada en otra silla

y así hasta que todo en mí

es

asentamiento.


La suerte de tirar piedras

contra mi propio

legado

y de considerarme

sin lugar a dudas

el más importante ser

de la histeria

de la humanidad.


Y la suerte,

sobretodo,

de llamarme Pedro Morillas,

ser poseído

por Isel

y no importarme entonces

la suerte,

la repetida

suerte

de mi nombre.



Pedro Morillas


viernes, 10 de octubre de 2014

DE ISEL ME GUSTA



De Isel me gusta el mango que le sale del árbol de la boca,
me gusta el etílico corazón liado en los tamales,
de Isel me gusta la doliente verdad, los arrítmicos jirones,
el eterno manantial de sus ventanas.

De Isel me gusta el tamborilero paso de septiembre,
su ojo verde que se quiere verde, su ojo rojo que se quiere azul,
me gusta su fiesta interminable, su optimismo metafísico,
su creencia hermosa contra todo experimento.

De Isel me gusta el almendro donde duermo a la deriva,
la vida vista sin aumentos, el hocico puesto en el solar,
de Isel me gusta el posado que me deja postrado
cuatro relojes por lo menos. De Isel me gusta el segundero.

De Isel me gusta que consiga que yo sueñe que sueño soñar con ella,
que haya hecho de mi casa una casa soportable,
que no sufra tanto el verano logarítmico,
que quiera ser aún más que el algarrobo.

De Isel me gusta el nombre y decirlo acongojado,
de Isel me gusta el acantilado donde cae de todo menos muerte,
me gusta la simpleza, la cometa agarrada a la coleta
donde giran absolutamente todos los colores.

De Isel me gusta el carruaje de carne con que me atropella,
la longeva lengua de sus mitades, el cuántico zurrón
donde vibra la fruta en su despensa, la cosquilla
de su isla en mi dolor.

De Isel me gusta el aro de su infancia de mandioca,
el patio de sus piernas donde abunda la maseca,
las macetas de tristeza colgando en las pestañas,
el mundo hecho guayaba en sintonía.

De Isel me gusta la alegría.

De Isel me gusto yo.


Pedro Morillas


jueves, 9 de octubre de 2014

ANUNCIOS POETIZADOS



Se alquila poema
bien iluminado,
todo interior.
Ahora asequible
en cómodos plagios.


Pedro,
25 años,
majo, trabajador, esquizofrénico,
busco manía persecutoria
para atraparme los fantasmas.
Gratifico.


Se vende ego
por cese de nervioso,
megalómano, atávico, granoblástico.
Soberbia garantizada.


Estrofa,
4 versos,
pulida, irónica, libre,
haré realidad
todas tus ortografías.
Cobro.


Traspaso paro
por cierre del estorbo,
desesperación en
inmejorables condiciones.
Me urge.


Se alquila poema
prealquilado
todo plagio
porque toda la vida es un muermo
y los muermos, poetas son.


Pedro,
3896 fracasos,
tímido, de mal ver, ojazos,
busco desfibrilador con experiencia.
Pago bien.


Protectora de animales en extinción
busca poetas sin ego y gamusinos
para devolverlos a su hábitat.
Invisibilidad garantizada.


Antología,
23 antologados,
busco generación
a cambio de farándula.
No te arrepentirás.


Se regalan despidos
por parto múltiple empresarial.
Blancos, con pedigrí.
Llama y pregunta por Inem.


Pedro Morillas


miércoles, 8 de octubre de 2014

TOBOGÁN



Mira cómo juegan los niños en el parque,
con qué siniestra desazón desconocen
los envoltorios,
cómo experimentan ya lo decreciente
y se mecen en la aleatoria turbina
de la altura.

Fíjate cómo asumen su jerarquía
maravillosamente equilibrada,
con cuánto ardor recorren la arena
hacia un objetivo indemostrable,
con qué urgencia aporrean
su niñez.

No saben
que juegan en un parque
que juega a la derrota.

Cuando crezcan cambiarán
sus saltos por los tumbos
y verán cómo el ocio
desnutre sus corazas.

Seguirán jugando
en un mundo experto
en decoración.

Mira Isel, mira
cómo juegan
los parques
en los niños.


Pedro Morillas


martes, 7 de octubre de 2014

QUISIERA VOLVER A TENER TRES AÑOS



Quisiera volver a tener tres años
para no ser consciente de nada,
para abrazarme a mi madre
hasta quedarme sin tiempo.

Quisiera volver a tener tres años
para que me golpee la vida con su mesa,
para que me golpee la vida con su silla,
para que me golpee el capricho negado
y llevar tacatá para que la vida no me golpee,
para que no me golpee la vida con su estaca,
para que no me golpee la vida con su traca,
para no explotar por dentro tantas veces.

Quisiera volver a tener tres años
y que todas las piedras estén hechas de caminos
y no encontrarme las rodillas en los cuencos
que no hubieron de darme de comer porque
quisiera volver a tener tres años
y no darme cuenta del abuelo que se ha ido
y no darme cuenta del hombro de la muchacha
que no se da cuenta de que la he dibujado cien veces,
cien veces que no se han dado cuenta
de que quisiera volver a tener tres años
para pintar casas de colores y niños dados de la mano
en lugar de metralletas, en lugar de cuellos
hermosos deseosos de rebanar.

Quisiera volver a tener tres años
para decir agugutata en vez de mierda,
para llorar no poder tener a mi madre en el cartílago,
para llorar no poder tener a mi padre en la uña,
para llorar no poder tener futuro.

Quisiera volver a tener tres años
pero tengo veintiséis
y toda una muerte por delante.

Quisiera volver a tener tres años
para no ser consciente de nada,
para no tener ni las palabras
de la tristeza.



Pedro Morillas


lunes, 6 de octubre de 2014

POR ALGUNA RAZÓN




Por alguna razón
el meandro está cubierto de mamparas
y es posible la alegría al calendario.


Por alguna razón
el candelabro que me quema la cabeza
ha puesto ratoneras contra la química
serotonínica del descalabro.


Y, en cierto modo,
lo prefiero a sonreír.


Por alguna razón
la tristeza salta tres iglesias
mientras mayo se empeña
en que todavía haya flores
que quemar.


Por alguna razón
soy un asesino en serie:
aritmético homicidio de ti.


Por alguna razón
salivo alevosía.


Y, en cierto modo
es hermoso
rumiar el metacarpo.


Por alguna razón
razonamos la nostalgia,
racionamos los racimos
y amenazamos los rizos
del rinoceronte.


Por alguna razón
metástasis de ti
me invade el cuerpo.


Por alguna razón
muero
por alguna razón.



Pedro Morillas


domingo, 5 de octubre de 2014

Semana dedicada a Pedro Morillas




UNA PEQUEÑA Y TRISTE HISTORIA




En la habitación de un hotel

de las afueras,

en silencio,

sobre la cama

cada vez más fría, más ajena,

dos amantes

–para evitar mirarse– miran

al techo.

Les ha pasado lo peor, y lo saben:

no les ha pasado nada

nuevo.




Karmelo Iribarren


sábado, 4 de octubre de 2014

LOS SUEÑOS




Lo fueron todo

y ya los ves

ahora,

abatidos por los días

iguales,

como pasquines en los charcos.


Vivir

se reduce

a esquivarlos.




Karmelo Iribarren


viernes, 3 de octubre de 2014

MEJOR ASÏ




                         Para Garbiñe y Marcial




Por supuesto

que hay un montón de cosas

que no te he dicho todavía.

Qué esperabas.

Si te lo dijese todo de golpe,

en un ataque freudiano de sinceridad,

no sólo no me creerías nada

sino que además empezarías a mirarme

como a un tipo

seriamente peligroso.

Mejor así. Mejor

que sigas pensando

que tengo mucha vida interior

y que te aguardan

momentos irrepetibles.




Karmelo Iribarren

jueves, 2 de octubre de 2014

INGENUO




Creí que, como el mar

una noche de verano, tu sonrisa

me invitaba a sumergirme

(únicamente

a mí)

en tus aguas

profundas.


Pero salió la luna

y vi la playa llena

de exhaustos nadadores.




Karmelo Iribarren


miércoles, 1 de octubre de 2014

LOS DEDOS




Qué delicia los dedos

cuando, más allá de la razón, libres,

adquieren vida propia

y se aventuran por donde más les gusta... 


Nadie diría viéndolos

que son capaces de tanto.

Y la memoria que tienen.

Pequeños cicerones

a los que seguir

por el salvaje territorio de la dulzura.




Karmelo Iribarren