Lo que nunca te digo
es el vacío que deja la luz
filtrada por los cristales
de mi ventana
cuando despierto sin tus manos.
Tan débil se siente
el mundo en esa hora,
que tengo que dar aviso
a todos los amantes
haciendo llover mis plumas,
porque nadie puede
falsificar tu firma,
porque solo tú
me abrigas milagrosamente
bajo el hielo de la noche sola.
Esther Ruiz Vázquez
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