Nos queda diciembre para restar del año los días que no te tuve.
He aprendido a mirar el mar en silencio,
con la pausa de la espuma callada y humilde,
robando a mi memoria las anárquicas ondas, como hace el viento.
Entender o morir, el cojín de niebla matinal sobre el que apoyo mi cabeza,
fresco de tus mareas y mi suerte.
Nos queda diciembre y sus epílogos finales, conclusos de sangre y palabras.
Esther Ruiz Vázquez
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