Me vigila el insomnio,
hay tanta mentira en los páramos de la noche...
No vendo poesía, me dijiste una tarde,
te saltó todo a los labios en esas comisuras insuficientes,
allí donde tú no eras tú.
Tu gran obra de espectros y sombras,
engañada también venía a besarte.
Respira de mí el dolor de estas venas rotas,
mi edad, mi nombre, todo perdido en mí,
todo perdido de mí.
Esther Ruiz Vázquez
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