Casi todo lo creo muy seguro
(Dámaso Alonso. Duda y amor sobre el ser supremo).
Casi nada lo creo muy seguro.
Los que sólo son para sí mismos
como amenaza contemplan lo trascendente.
La duración se contiene en la duración misma,
sin paréntesis de horas, sin ese repecho
de impostura al que denominamos tiempo.
En la equivalencia entre el instante y lo permanente
reside la sustancia de mi alcance.
Pido piedad a los recuerdos,
a esas notas adscritas a mi conciencia,
a esos sueños, a esas mentiras
semejantes a las certezas, a esas evocaciones
conservadas para el rencor o la podredumbre.
La piedad lo es si cumple con el deber
del perdón para lo inexcusable, sin tal merced
la caridad se convierte en limosna,
en gracia concedida sin mérito ni virtud.
¿Qué será de la conciencia
cuando se desprenda de la memoria?
¿Continuará bajo el dictado
de las vividas impresiones?
La misericordia
en la aceptación miserable del abandono.
Saciarse de la hierba del olvido
silencia pero no acalla.
¿Cómo habitar la respiración, el crujir denso
que acompaña a la vida en cada gesto?
Ni el rechazo, ni la consunción,
ni el reclinarse en un altar dorado,
ni el morder con rabia todas las privaciones
son causa de mayor virtud ni gracia.
Cuando el camino es el fin
se anula la falta.
Finalmente la vida no es tan importante,
pueden serlo más los pájaros.
Raúl Herrero
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