Te dejo la puerta abierta.
La noche es oscura
y quizás necesites
luz donde dejar tus sueños.
Puede que cuando llegues
me encuentres dormida.
Si es así,
por favor,
no me despiertes.
Ya lo hará tu caricia
cuando en madrugada
roce mi piel,
y me diga sin palabras
que los besos muerden
por el deseo
y el hambre,
pues de todos es sabido,
que las madrugadas
se llenan de besos
para no morir de inanición.
Marta Aubá Salvadó
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