Escucha, niña, atenta,
que tu demanda atiendo,
con la bonita historia
que ahora te cuento:
“Era un mar de caracolas
con otras playas y con otras olas,
donde cantan los marinos,
y los escuchan sirenas.
Cuentan que también cantaban
las espumas de las olas
unos mitos increíbles
imposibles en amores,
metamorfosis de estrellas...”
La miro entonces y veo
que se ha dormido contenta
soñando en esos finales
de relatos inconclusos
que cada noche su madre
para ella feliz inventa.
Charo Guarino
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