miércoles, 16 de septiembre de 2015

PIANO PARA SORDOS



Recordando esta tarde
lo que fue el sendero
de tus manos en mi cuerpo
escuché por un momento
aquellos acordes
que tan pronto me enseñaste,
tus primeras lecciones
de piano para sordos.

La fuga terminaba
con un par de sostenidos
cuatro orejas y dos muertos
que por fin escuchaban
el silencio entre sus manos.

Después me hice guitarra
y tú saxofonista
durante años escuchamos
entre otros instrumentos
un sin fin de melodías
que no llegaron a borrar
ninguno de nuestros acordes.

Ahora espero que la octava
también sea la vencida
y aparezcas de repente
con la foto de Beethoven.


Manuela Ipiña



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