Y
me coge un deseo de vivir
y ver
amanecer, acostándote tarde,
que no
está en proporción con la edad que ya tengo.
(Jaime Gil de Biedma)
Está loca la noche,
mi cuerpo no es consciente de los años
que dicen mis papeles,
o tal vez es que nunca han existido
los días de dolor y de penumbra
y está por estrenar,
tiene la piel intacta de una virgen
renaciendo de nuevo para amarte.
Broto de entre las ruinas; como las madreselvas
que crecen enredándose a la vida
yo me enredo a tus piernas y respiro
al ritmo que me marcan tu sístole y tu diástole
al oscilar el arco de tu pecho,
desnudo y redentor,
tus dedos recorriendo mi columna
y contando mis vértebras.
No me importa si duermo o me desvelo,
no hay horas, ven despacio,
saborea este instante de ternura
que rescatamos ambos del desastre,
y ha sobrevivido a todas las mentiras.
Contra todo pronóstico, aún estamos vivos.
El mundo no se acaba con la muerte
de aquel amor enfermo, equivocado.
Ana Montojo
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