sábado, 10 de junio de 2017

* HOSPITAL EN CANIS MAIOR *





Para desayunar, pastillas de colores.

Cita con un médico a las diez y con otro a las doce.

A la hora del café me dan los resultados de la “mácula”,

no tengo ni idea de lo que es pero me está dejando ciego.

Quizá dentro de un año esté tuerto o sea invidente,

sin embargo, no moriré porque no se puede morir dos veces.

Soy un cadáver bebiendo en vasitos de plástico

y ceno yogurt, fruta, jeringuillazos, escapándome de cuando en cuando

a la escalera del hospital para poder fumar tabaco.



Cuando consigo dormir

sueño con la estrella más brillante del cielo nocturno

avistada por última vez un mes de abril

antes de enfermar

antes de llegar a dónde la gente viene a morir

antes de que Ella me diera la espalda aquella mañana de piruleta gris.



Lo mejor de todo es que el psiquiatra con su tecnicismo médico

sentencia que estoy loco

que he renunciado abrir los ojos a este mundo

mientras neurótico-compulsivo

describo una y otra vez cómo mis pies desnudos hollan Sirius,

cómo mis labios tiemblan estremecidos cada día de 29 horas

por culpa de una gravedad 10 veces superior a la del planeta tierra.



En esta dimensión he quedado atrapado con mi camisa de fuerza

con sus egoístas correas neuronales

almacenando recuerdos

e imaginando universos paralelos.



¿Loco?

Locos están ellos

no entienden nada de todo.




José Malvís,




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