Yo quiero escribir como Gastón Baquero
y dármelas de inocente. Saludar a las montañas
como si fueran compañeros de lucha y una vez que estemos
instalados en el poder traer a los violinistas
para que a alguien se decida a dar por cierto
lo que otros entienden por verdad.
Dejar de lado las rimas interiores, hacer
cuantos sacrificios sean necesarios
para dar por terminadas esas
murallas que nos permitan hablar
de los escombros. Yo quiero
tener un as bajo la manga,
escuchar los gritos destemplados de mi hija
cuando está ensayando con el chelo
y los conciertos de Brandemburgo
sean ese nombre escrito sobre la arena
que las olas se niegan a borrar. Quiero
verla sonreír cuando inclinándose
después de la última nota salude al público
que no quiere dejar de saludarla.
Todavía se escuchan algunas
notas que no han abandonado este teatro.
Cómo se dice en este idioma
que los parrones están
preñados de uva, cómo se dice cauceo
con tomate y cebolla picada finitica:
la abuela Ana tenía un restorán
pero no era mi abuela
y mucho no conozco de esa historia.
Cómo se dice en este idioma
palomas de carbono catorce, amigos
como juncos en el agua, cómo se dice
las montañas nos rodean a propósito
para que el aire que respiramos
sea el mismo que dejamos de respirar.
Cristián Gómez
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