lunes, 15 de octubre de 2012

MUJER DE AGUA




Era un tiempo antes del nacimiento de Kirkuk
cuando amanecieron playas en mi piel oscura.
Aquella era la señal que todos esperaban.

Como talismanes, trenzaron en mi pelo engarces
de conchas, de caracolas y de coral,
que sólo las manos de los brujos,
a través de tantas generaciones pasadas,
habrían podido tocar.

Me abandonaron los hombres del pueblo,
y las mujeres de mi estirpe me dejaron sola.

Se retiraron con sus hijos colgados a la espalda,
para que no se acercaran a mis brazos,
y me fui sola, empujada por cientos
de cuerpos oscuros ondulándose al sol.

Sola, hacia donde se habían quebrado las verdes praderas,
hacia la brecha, donde nacieran todas las arenas.

Me fui hacia los desiertos rojos,
porque una mañana amanecieron playas en mi piel,
porque yo era la mujer de agua
que las profecías habían designado para renacer las lluvias.



Consuelo Pillado Pérez

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