domingo, 14 de octubre de 2012
MUJER DE COLORES
Soy una mujer de colores
Soy la india cobriza que pare a su hijo
agarrada al tronco del árbol de la vida
que lame la sangre y los restos de placenta
del cuerpecito que
muy poco antes era suyo unido por ese
cordón umbilical que
ella corta con sus dientes,
los mismos dientes que curtirán el cuero con el que
hará los mocasines de su hijo.
Soy una mujer de colores
Soy la negra africana que
grácil como una gacela
atraviesa con sus pies descalzos,
ya parte de su tierra,
la sabana con el cántaro sobre su perfecta
y bellísima cabeza
en busca de agua para su familia.
La que maja en el molino de piedra
el grano que sustentará a su gente,
la que cuida de sus ancianos para
transmitir la sabiduría
ancestral a sus púberes a los que
prepara para los ritos de paso que los
convertirán en tribu.
Soy una mujer de colores
Soy la asiática amarilla que, agachada,
cultiva el arroz, cubierta por un
enorme sombrero que no le priva ni
del sol ni de la lluvia
mientras su niño, atado a su espalda,
duerme mecido por el
suave bamboleo de la penosa
tarea de la madre.
Soy una mujer de colores
Soy la mujer musulmana,
arco iris bajo los mantos que la cubren,
vestidos por amor y
fidelidad a su tradición,
velos que ocultan sus lágrimas
derramadas por
sus hijos,
heridos en lucha desigual de
piedras contra balas;
las vertidas,
con rabia e impotencia,
por esos llamados
"mártires"
que dan su vida para
quitar otras;
las que se lloran hacia dentro y
anegan el corazón
para ahogar frustraciones,
anhelo,
luto,
dolor.
Soy una mujer de colores
Soy la occidental blanca,
esclava del reloj y de las prisas,
partida entre su casa y su trabajo,
campeona en un mundo hostil que
le exige darlo todo y aún más,
ser una profesional eficiente y
una esposa y madre ejemplar,
mujer objeto autoconvenida
de que su liberación y
su satisfacción
pasan por sacrificar
lo mejor de su vida
a un sinsentido.
Soy una mujer de colores
La que oculta su rostro detrás de un burka,
la que pierde a sus hombres en las guerras,
la que es violada, humillada, maltratada,
la que vive en el olvido y la miseria.
La que triunfa y es reconocida,
la que hace realidad sus sueños,
la que juega con sus hijos y es amada,
la que muere feliz y realizada.
La adolescente que se prostituye
con las falsas promesas de neón de un supuesto mundo feliz,
la vieja que se engaña
con prótesis y liftings.
La niña que sólo sentirá dolor cuando debería
estremecerse de gozo porque, salvajemente,
le arrancaron su clítoris y le
robaron el orgasmo para siempre.
La recién nacida y recién muerta porque
“hija mía, este mundo no es para ti,
y sólo un hermano tuyo podrá llenar
nuestra casa y nuestro corazón”
Soy una mujer de colores,
con mis sufrimientos,
mis sacrificios,
mi dolor, mi desgarro.
Soy una mujer de colores,
con mis alegrías,
mi entrega,
mi dignidad, mi fuerza.
Soy LA mujer de colores
y no pienso consentir que nadie,
ni siquiera tú,
me vuelva gris.
Para todas las que hemos decidido ser LA.
Arantxa Oteo
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1 comentario:
Intenso poema, vibrante en su propia categoria. Me ha encantado.
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