Ajardinadas
como si fuesen primaveras mediúmnicas
las cataratas regladas de la Fe
levantan los brazos
recordando el teorema
de los albores destilados
Sus amuletos
retienen ligaduras gordianas
sobre un suprafondo
donde no cesan de plañir
las catedrales del Dolor
Mas siempre hay nervaduras
—encaladas—
galopando en un tránsito
hacia esa desnudez
que deletrea el oleaje
donde no habita la Razón
Esa incansable duermevela
que nos abraza entre zigurat
cual música desconocida
donde ni siquiera la Soledad
—es capaz de huir—
de los campanarios del Ser
Luis Ángel Marín Ibañez
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