No me perdonan estas paredes
impregnadas de tu ausencia,ni el suelo que pisaron nuestros pasos
sin cruzarse en sus tablas de madera.
Habita bajo las tejas
un fantasma de tristeza
-clandestino polizón-
ilícito heredero de tus risas
embaladas en cajas de cartón.
No me perdona el aire que respiro.
Todavía puedo oler
el aroma de tu sueño
velando la madrugada a tientas.
El reloj marca una hora equivocada
en su esfera circular.
Sus agujas olvidaron detenerse
en el tiempo necesario para hablarte.
Tendré que inventarme otro lenguaje
que pueda prometer cielos azules
y dibujar estrellas que iluminen
el mar oscuro de tus noches.
Carmen Jiménez Díaz
4 comentarios:
Hay veces en que todos los lenguajes se quedan obsoletos... Es entonces cuando debemos inventar otros...
Un beso, Carmen.
Es absolutamente necesario y casi siempre lo inventa el corazón.
Te mando un abrazo tan grande como tú mi querida amiga.
tu poesía es el lenguaje que pretendías invertarte, sabe a esperanza y a flores recién cortadas.
Así es José Ángel. La poesía es justamente el lenguaje que traduce las palabras del corazón y se atascan en la garganta hasta que respiran poesía y te devuelven a la vida.
Un abrazo y gracias por dejar tu mirada.
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