No puedo
hacer las camas.
Hay una niña
en el pasillo.
Llora
acurrucada
en un rincón.
Mi casa se
ha vuelto
un laberinto
de sombras.
Recovecos
infieles
de los
planos más obvios.
Solo intento
continuar
mis tareas
cotidianas,
pero ella no
atiende
mi súplica
de silencio.
Llora
y araña el
suelo
observando
encogida
los surcos
inútiles:
reconozco su
mirada,
su estupor
- casi su
reproche –.
Llora
y va
menguando en el llanto.
Tal vez,
dentro de
unas horas,
no sea más
que un charco en mi pasillo.
Amelia Díaz Benlliure
3 comentarios:
Este poema me persiguió durante días.
Esa imagen, esa niña deshaciéndose poco a poco sin importar a nadie, incluso molestando, vivía en mi mente y no sabía salir. Una mañana, al entrar a hacer las camas, de repente, fui corriendo a mi mesa, me senté y lo escribí de tirón. Luego hubo un poco de reposo y pulido, pero nació casi así.
Cuando leí este poema por primera vez, me emocionó.
Es hermoso querida Amelia
Un fuerte abrazo
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