hay semanas que empiezan en sábado
cuando consigues quitarte las ocho horas,
y despiertas de pronto en medio de la calle,
la misma que esconde esquinas
con ojos asustados de no más de quince años,
pidiendo algo que llevarse a la boca,
o la boca misma
para reventar con ella el hambre
cuando fue que nos quitaron el corazón,
nos inyectaron el miedo,
y miramos sin ver, y escuchamos sin oír,
cuando fue que construyeron la alambrada
y nos dejaron dentro
solos
yo, que enseñé a mi madre a leer,
a escribir, a perder el cansancio
que le puso el trabajo en las costillas,
yo, que vertí sus cenizas demasiado pronto
para nadie
ella, que me enseñó a vivir,
y luchar por lo que creo
por ella, por tantos, por todos
vamos a salir ahí fuera
para que no nos pille dentro
la vergüenza de pensar solo
en nosotros mismos
Eva R. Picazo
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