Siento el temblor del aire, suspira magnicidios, y sé que me amaste y me has amado.
En las navajas hay un sueño que completa la sedición, y en la tortura de no verte soy capaz de asesinato y de blasfemia.
Camino mi tristeza por la Alhambra, y en sus paredes rojas escribo el pensamiento.
Oh, amor, me arrebataste de tus labios, y como una estela en un mar de nadie lo atravieso con la desesperación del que naufraga.
Entre los pecios, tu sonrisa. Me la devuelve el papel donde me diste tu lágrima, donde apuntaste tu nombre con un lápiz.
Bebo absenta y cruje la penumbra. Abandono la luz para buscar en las rosas tu reflejo. Dormito con el alba y es la noche la que me envuelve entre su oscuridad.
Mi niño, sólo te pido que regreses, que me regreses y me ames, repartir contigo el amor y todo el tiempo que se revela como el ámbar.
Teresa Domingo Català
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