Tenía manos de desierto, y dejó
perder un cuerpo entre los dedos…. Grano a grano empezó a disolverse por la
punta del pie, mas apenas le dio importancia. Acariciaba levemente con tacto
rugoso, pero nunca supo que esa dureza estaba en sus propias manos. Intentaba
apresar las formas de una piel que se deshacía bajo su tacto apremiante. Siguió
por el muslo y tan solo quedó aire cuando la carne se perdió bajo su roce.
Ignorante, pretendió aprehender un cuerpo que poco a poco se componía de nada.
Con los ojos cerrados, pensaba dibujar cada poro, cuando tan solo era polvo lo
que rozaban sus palmas. El talle amoldado a su caricia; el busto, copa perfecta
para su mano. El cuello, línea delgada delimitando fronteras. Era un nómada
errante a punto de sumergirse en el oasis de un beso. En aquel instante abrió
los ojos… tan solo tenía un puñado de arena a sus pies, que fue barrido por el
viento.
Magda Robles
2 comentarios:
Y es que la verdad es asi ,cuantas cosas se no escapan (en la vida ) como arena entre los dedos,y no podemos hacer nada para aferrarlas. Me encantò el poema.cessione del quinto
Gracias Alonso.
Mil gracias Fernando, por esta semana en Crepusculario siglo 21...
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