Nos quedamos con el deseo de amarnos, de querernos tener, de poseernos.
Quedé con los recuerdos tristes y un beso seco en los labios.
Quedé sin él, sin su ser, quedé y él se fue para siempre jamás; nunca volvió, nunca lo busqué.
Lo nuestro se tornó en algo pasajero, repentino y fugaz como el vuelo de un pájaro, cuando tuvo visos de eternidad.
Sin embargo aquí estoy, desde mi ventana mirando el triste y peculiar atardecer, melancólica y cabizbaja cavilo sobre lo que pudo ser si nos hubiésemos atrevido a atrevernos; si nos hubiésemos decidido a romper con la cruel barrera que nos oprimía.
Creo que ya nada está como debería estar…que él y yo debíamos simplemente no ser.
Olga Sain
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