Cadáveres de imperios y falsos pedestales
sorprenderá la aurora con venturoso brillo
cuando el taller entone los himnos del martillo
no en bien de los tiranos sino contra sus males.
Sombras de religiones, fantasmas ancestrales
serán como las ruinas de un trágico castillo
y el hombre, con la ciencia como único caudillo
sin dioses, ni fronteras, ni leyes, ni jornales.
Las fuentes de la vida prodigarán sus aguas
una estación de amores como una primavera
se encenderá en su vientre de maternales fraguas.
Y al bárbaro conjuro de las sufrientes proles
ha de surgir el mundo de luz que nos espera
como una flor dormida bajo un millón de soles.
Olga Sain
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