Rociamos de vino
el aliento
para bebernos a tragos.
Allí en el cielo,
entre las estrellas,
fuiste alzando mis alas
entre tus brazos.
Despegamos al infinito,
sorteando las nubes
entre palabras,
silencios
gemidos
caricias
ternuras…
Sin vértigo
fuimos aterrizando.
Después,
la suave brisa
de tu voz
envolvió mi alma.
Ana García Briones
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