Hoy vino a verme,
vino a abrirme la boca,
a secarme el cielo estrellado y mojado del paladar.
Vino a hacerse la loca.
A recordarme el color de la piel de la sed,
a explicarme el hastío y el desvarío.
A contarme la sombra borrosa de un vaso vacío,
y el frío que dobla mi espalda.
Vino a hablarme del viento que vuela en su falda,
de la suela que estampa en el suelo un dibujo al revés.
Pasó a saludarme.
Alguien diría: a salvarme.
Vino a decirme que no sé decirle que no.
Con el empeño que inocula el sueño del niño pequeño,
del pan y la sal. Con una de arena y la otra de cal.
A invitarme a una pena
a incumplir su condena, vino. Vino a mecer
la marea del puerto, a enseñarme cómo hacer el muerto,
a pintarme de brea la noche y los pies.
Hoy vino a verme,
a partirme la boca,
a llevarse la poca cordura que queda.
Y a sacar la basura.
David Yeste
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