“Lega a sus
hijos/una madre que sueña/que baila/que sonríe./Una madre que llora/y ama./Una
madre sin dinero/que no zurce calcetines./Una madre que escribe poemas/en una
lengua que no entienden”.
Maram al Masri
Lego la exactitud de lo imperfecto a todos mis apéndices,
el brazo acribillado con que escribo sobre la podredumbre,
sobre el devaluado precio del insomnio y sus caderas mustias,
quizás sobre la nada y su infinito acervo,
quizás el corazón.
He abierto tres puertas sin cerrojos al hermoso delito de la vida
y camino con la lengua en vigilia, amordazada al pan,
en la ruta gastada de la edad que tiernamente suma.
Lego la esclavitud del llanto, esa dote perpetua de las hembras
que heredé de mi madre,
y unos dedos de aguja con los que zurzo lágrimas
cada vez que en el pecho se rasga la tristeza.
Todos los diccionarios fracasan en sus ojos
en su pequeño amanecer de olivos
en los desordenados labios que sonríen para no delatarse.
Ni una sola palabra podría soportar tanta justicia.
Sólo puedo volver la voz al barro y esperar el silencio,
yo lego mis hijos al poema.
Sara Castelar
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