jueves, 26 de noviembre de 2015

EL EFECTO MARIPOSA



el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo
Proverbio chino



Viniste a desvelar mi sueño,

a combatir el frío con abrazos

cálidos y caricias de esas

que hacen que todo gire

y que las puntas de los dedos

se estremezcan mecidas por un escalofrío.

Y yo no supe qué decirte,

sólo pude clavar mis pupilas

en tus labios y dejarme arrastrar

por un deseo milenario de besarte.

Loco por descubrir tus entretelas

y por ser como el agua con purpurina
que te baña desnuda

apresuré mis manos sobre tus hombros

y entonces entendí el efecto mariposa

cuando antes de comenzar a batir

tus alas de ninfa del sexo

habías desencadenado un terremoto

en mis entrañas y ardía

como cien volcanes del Eón Arcaico.

Entonces ocurrió,

cayó el telón y tú yo nos quedamos detrás,

solos, sin miradas esquivas,

tú desnuda y yo con los ojos como platos,

con las manos como cascadas ardiendo

queriendo empezar en tus clavículas

la autopista hacia el cielo de tu cuerpo

sin importar cuántos peajes tuviera que pagar

y sin tener en cuenta las señales de límite de velocidad

o los controles de alcoholemia.

Y vi caballos en tu pelo, galopando sin freno

hasta desintegrarse en un torrente espeso

que bañaba tus pechos.

Me miraste y me dijiste:

“Ahora bajo a comprar un libro

para leerlo sin ropa en la alfombra

pero contigo.”

Y fuimos dos el tiempo que duró

el libro de Zafón, después hiciste la maleta

y metiste en ella mis anhelos

sin pensar siquiera que pudiera necesitarlos ahora.

Te he escrito varias cartas,

por si aún vives en aquella casa antigua

y por si tienes en alguna caja escondida

mis deseos y puedes devolvérmelos,

creo que voy a usarlos una de estas noches.

He pensado en aquella frase del libro que decía

que las casualidades son las cicatrices del destino.

Yo tuve el destino en mi cama una vez,

espero que al siguiente al que visites

se lo hagas entender antes, yo fui muy lento...


César Ulla



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