Hubo un tiempo de vientos,
de ramajes indómitos
cruzando mi desierto.
Un tiempo que fui palabra
expresada con ira:
“No comulgo con tus hostias
ni brindo con tu vino.
Mi whisky es mío.
¿Quieres? Ven a buscarlo.”
Ahora solo observo,
hay vida en el silencio
y percibo los detalles.
Veo un diablo en tus adentros.
Un hombre colgado
con sus armas en el suelo.
Y a los pies de este roble que te acuna,
posada en sus raíces sobre tierra
me yergo y te rezo:
"Ante la debilidad de tus promesas,
ante tu pedestal desmoronándose como arena,
ante tu corona llena de óxido,
ante tu capa deshilachada,
ante la soga que rodea tu cuello:
una risa a medias
y ni una palabra más."
María Ramos
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