sábado, 6 de febrero de 2016
ELLA CRECE SOLA
Edades,
de hielo o fuego
del metal, del cobre, del hierro,
de aire y nada,
pero una nada con barras
sin estrellas,
con techo de cemento
y cortinas de telarañas
en los resquicios del ladrillo,
un cielo-artificio
un aire espeso de veneno:
oxigeno, polvo y nitrógeno.
Cuenta a líneas arañadas
sobre la polarizada piedra
el tiempo que se diluye,
los ojos que saltan
de las cuencas al rayo
tímido, nebuloso, rebelde,
que entra sin ser invitado
como un amigo fiel
que ofrece consuelo
un día de visita
a esta cárcel magnética
donde los años recrean
el soez esperpento
de una eterna niña
y su patología del miedo.
María Ramos
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