No temeré a los truenos y relámpagos,
terremotos y huracanes de este mundo.
No temeré a la sequía de tus desiertos,
ni a los días sin lluvia saciante.
Y aunque de tus ojos caigan torrentes de lagrimas,
y en tu mapa haya agujeros de dolor…
Yo me comeré los cataclismos que te invaden,
y me beberé las aguas putrefactas que te ahogan.
Haciéndote mía en este universo confuso,
y paseando nuestros corazones por el infinito edén.
Roberto Vivas Sanz
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