Mi cuerpo es un desánimo
un recuerdo continuo
de la tenaz memoria.
Una pesada nostalgia
del mal comprendido Ser.
Una casa estrecha
un espacio mínimo
donde, a veces, cabe el cielo.
Un llanto seco
compuesto de agua.
Un viento quieto
sin rumbo, ni rosa.
Una lluvia tardía
en la perdida cosecha.
Un frío de treinta y seis grados y medio.
Rosa E. Martínez Manzanero
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