Por toda luz, por toda guía,
las limpias estrellas de amor
que hay en la noche de tus ojos.
Duna a duna, beso a beso,
en busca del oasis del gemido,
con la caravana de mis dedos
atravesaré el desierto ardiente
de tu cuerpo de mar y de arena
abierto a los vientos del sur.
Y allí, entre palmeras de besos,
me quedaré a morir gozando
esa mágica noche y mil más...
Miguel Fernández de Córdoba
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