El juego de colores
que había pintado el día
se funde con el rojo
color crepuscular
que da paso a la noche.
La dama blanca asciende
y empuja el negro velo
para dejar desnudas
estrellas y emociones,
las hijas de lo efímero.
Botellas de cerveza
certifican la huella
del paso del poeta,
rata de alcantarilla
sumido en las miserias
del fino celofán
de unas hermosas letras.
Pedro Vera
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