Sin que se acabe el sueño que traza las secuencias y dibuja el ayer para soltarlo, sin retener la sombra que quiere ser disparo y enmudecer los ángulos hostiles de la luz, abrazo el olor que olvidaste a mi lado.
Sin continente el espacio se rasga, empezar se retrasa, me habla de sentidos, del gusto desganado, del tacto sin soporte, de la vista cansada que se deja llevar por un bostezo que quiere ser un grito que no conduce a nada, del oído acoplado al silencio de una mañana lenta que calla lo que alcanza.
Esperar espantando los ritos, cambiando de lugar lo momentáneo, para que la certeza y sus ciclos no golpee en la cara, o más abajo el pecho bombeando asteriscos, o arriba la cabeza, veloz como la luz, disparando a la sombra de un principio muy básico.
Cortar los símbolos del tiempo, atajar la paciencia armada de tijeras, y abrir ya los caminos, como la lluvia fina, los juncos que se doblan, las rejas que nos cercan, las hojas que se caen, las corrientes de aire que impiden los planeos, y resistir sin más, como si no pudieran detenernos.
Lola López-Cózar
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