Umbral del dolor, del amor, de la normalidad. Umbral de la espera y la esperanza. Umbral como horizonte, línea límite, capacidad de ver, de contener, de mantener. Umbral que suma y sigue, que resta y sigue. Umbral que multiplica resistencia, que divide el tiempo en pasos cortos. Umbral como una cuenta que narra sin decir el cuento de la carne que existe, la carne y el vivir sin más sentido. Umbral de atención, por ti, sin mí, los días como son y ser es un umbral.
Fibras, nervios, sinapsis y latidos y el horizonte allí, como un deseo, como una cuerda firme, hilo a hilo trenzada.
Umbral triple mortal, sin dios y sin destino, como una inmensidad de pequeños fragmentos. Umbral como otra cuerda, floja como los vientos, como una loca meciendo imprecisiones.
Umbral de fortaleza, de punto muerto y tercer día. Umbral de confianza, de bicho raro y derecho al deber de dejar hueco, un espacio sin huellas, un ya nada me importa, como una piedra que luego será arena.
Lola López-Cózar
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