Sentado en una esquina
veo caer la tarde
como reflejo pardo
de la luz en la charca.
Aquel espejo roto
no guarda tu figura,
distorsiona la estancia
y me roba el aliento.
Hoy tampoco ha llovido,
las nubes no se asoman
a este infierno de tierra,
solo el azul del cielo.
Sentado en esta esquina
no quiero resignarme
a dejar mis palabras
vagar en soledad.
Quitaré a mis cristales
el moho y la tristeza,
los lustraré de nuevo,
abriré las pupilas.
Tal vez mañana sea
de nuevo primavera,
tal vez la lluvia llegue
a empapar mi camisa.
Entonces correré
para calmar tu llanto,
llenarte de poesía
para matar tu sed.
Pedro Vera
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