... y sin embargo de nuevo los tumbos son gritos en silencio, asideros fugaces que acaban hiriéndote las viejas cicatrices.
Me da miedo tocarte en un descuido y sentir en tu piel el cartón piedra, la soledad irreversible que a empujones intentas espantar, el corcho, la tristeza incurable con que ríes, la vaciedad, la niñez hecha añicos.
Me da miedo saber que te me has muerto hace años siendo otra, otra igual a ti que sigue agarrando los cuerpos que se encuentra, las copas que le sirven, la sangre que respira, el humo que la aturde.
Es injusto que venga hoy aquí a hablarte de mis miedos, por mucho que te quiera... Es injusto, por mucho que te que te quiera, concederme varita, hacerme hada, si no sé protegerte, si éste no es el cuento feliz de la ignorancia... un poema de Jaime con Sabina de fondo tal vez, la vida destrozándose a sí misma a un ritmo trepidante... la belleza, el amor, la búsqueda incansable de un pirata perdido en las ciudades, conquistando semáforos en rojo, horarios y costumbres, persiguiendo sin descanso su santa voluntad sin saber lo que quiere, y de nuevo el amor, tesoros nunca vistos, tormentas como puños alzados contra cualquier letargo.
Acaso yo estoy rota de la misma manera, y vienes tú a quererme con de toda la miseria que acumulo, y me llamas azul y me haces mágica, cuando yo sólo puedo hundirme en la impotencia.
Tú borras los kilómetros que nada nos importan, yo le saco estrellas a los días laborales y la luna se nos va contándonos la vida. Y a veces nos reímos sin que nadie lo entienda, buscando ese norte que nunca hemos tenido, y otras veces te digo que las hadas no fuman, ni se rapan el pelo como quien mutila su angustia insostenible, ni se ponen enfermas tantas veces al año, ni buscan los servicios palpando las paredes.
En una servilleta escribo que dimito,
y tú no me la aceptas,
y yo no lo he elegido…
Lola López-Cózar
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