Los labios sellados,
la boca tapiada
para que no escape
lo que no se ha de decir.
Los labios suaves
esperan besos,
aguardan un roce.
La mirada atenta,
la mente en guardia
buscando indicios.
La garganta estrangulada
por palabras que no salen.
El cuerpo temblando,
le sobran las manos,
las manos del odio.
María Dubón
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